sábado, 4 de febrero de 2012

PSICOANÁLISIS DE LOS CUENTOS DE HADAS.


En este artículo nos basaremos en la obra de Bruno Bettelheim con el fin de analizar la importancia del cuento en el desarrollo de los niños y los problemas que acarrea su ausencia.


Como bien afirma el autor del libro, el problema del ser humano es la necesidad de encontrar significado a nuestra vida. Éste no se aprende en un momento determinado, sino que se comprende al alcanzar la madurez psicológica.

A diferencia de lo que se decía en la Antigüedad Clásica (Atenea representa la sabiduría), la inteligencia y la sabiduría no surge ya desarrollada en el individuo, sino que se va formando poco a poco.  Aparece el importante papel del adulto: ayudar a que se forme la sabiduría para comprenderse mejor y contribuir a la vida.

Esos adultos no solo son los padres. Resulta muy importante la influencia de la cultura, especialmente mediante la literatura. El problema viene dado porque la literatura actual no es satisfactoria: no ayuda a vencer los problemas internos. De modo que es superficial.

Sin embargo los cuentos tradicionales presentan tanto significados evidentes como ocultos, aportando importantes mejoras al consciente, preconsciente e inconsciente por hacer referencia a los problemas universales y a los fuertes impulsos internos.

Perrault
Para dominar los problemas psicológicos de la infancia (superar la frustración narcisista, los conflictos edípicos, rivalidades fraternales, dependencia infantil y obtener sentido de la identidad y de la autovaloración junto al sentido de la obligación moral) el niño ha de comprender lo que le sucede en el consciente y en el inconsciente mediante la imaginación.

Hermanos Grimm: recopiladores de cuentos.
La forma y la estructura de los cuentos ayudan a canalizar mejor la vida, pues ésta no siempre es agradable. Así Freud afirmaba que el hombre solo logra extraer sentido a su existencia luchando contra fuerzas superiores (serias dificultades intrínsecas). Esto aparece representado en los cuentos. En ellos se plantea un problema existencial de modo breve y conciso (la muerte, por ejemplo), presentando las dos caras de la realidad (lo bueno y lo malo). La moralidad no se encuentra en el castigo del malvado, sino en el hecho de que el crimen no sirve para nada. Por ello el héroe se presenta más atractivo, siendo el personaje con el que se identifica el niño. El presentar personajes muy buenos y otros muy malos sirve para ayudar a comprender la diferencia y cuál debe elegir.

Los profundos conflictos internos  no aparecen en la literatura infantil actual, pero sí en el cuento tradicional (la necesidad de ser amado, temor a que se crea que uno es despreciable, el amor a la vida, miedo a la muerte). De modo que el cuento enseña a crear un vínculo satisfactorio con otras personas.

El gato con botas, por Doré.
Hoy en día los niños no crecen dentro de la seguridad de una familia extensa o sociedad integrada. Por eso se hace más importante proporcionar imágenes de héroes que triunfan sobre las dificultades del mundo real.

El cuento divierte, ayuda a comprenderse, alienta el desarrollo de la personalidad, produce el desarrollo de un humano normal. Éste es un proceso que se inicia con la resistencia hacia los padres y el temor a la madurez. Termina cuando el ser humano se encuentra a sí mismo, logra la independencia psicológica y la madurez moral y el otro sexo ya no se ve como algo demoniaco.

Se dice que el cuento es una obra de arte porque presenta diferentes significados profundos creados por la influencia de la herencia cultural. Así, como se crean en un momento de gran relevancia de la religión (cualquiera de las existentes), se relaciona mucho con ella.

Pulgarcito, por Doré.
Se ha mencionado más arriba que los cuentos desarrollan la inteligencia y la sabiduría del ser humano, en tanto que se comprende mejor y por ello se relacionará bien con el resto de la sociedad. Los especialistas aseguran que los cuentos influyen principalmente desde los cuatro o cinco años, consiguiendo que el niño se sienta comprendido y apreciado. De ahí la importancia de los mismos.

Charles Dickens (cuyo centenario se cumple este año) observó el impacto formativo de los cuentos y su importancia para desarrollar el genio creativo de los niños. También mostraba desprecio hacia aquellos que  privaban  de los cuentos a los niños, pues evitan que logren una conciencia más madura.

La mente de los niños creativos y normales pueden abrirse a una apreciación de las cosas  más elevadas de la vida, gracias a los cuentos de hadas, a partir de los cuales pasan a disfrutar obras de arte y literatura.

Los cuentos llevan al niño a descubrir su identidad. Sugieren que existe una vida buena y gratificador al alcance de todos a pesar  de las adversidades.

Barba Azúl, según Doré.
Actualmente muchos niños desposeidos porque se les ha negado oportunidad de conocer estas historias. Solo se  tropiezan con cuentos de hadas en versiones insulsamente embellecidas y simplificadas que atenúan su significado y eliminan el profundo, convirtiéndose en simple distracción superficial.

La vida intelectual del niño (exceptuando experiencias inmediatas dentro la  familia) siempre ha dependido de la literatura tradicional.

Estas historias eran importantes por el factor socializador, ya que respondían a las preguntas del niño.

Bella durmiente, por Doré.
En los cuentos de hadas, los procesos internos se externalizan y se hacen comprensibles, al ser representados por los personajes de una historia y sus hazañas. Ésta es la razón por la que  medicina tradicional hindú se relataba un cuento a la persona psíquicamente desorientada para que meditara sobre el problema para solucionarlo. Porque los cuentos se refieren a las características internas de los individuos, no solo a la manera de comportarnos (ya lo hacen los mitos, las leyendas y las fábulas).


Los  cuentos de hadas responden las cuestiones como: ¿cómo es la vida en realidad?, ¿cómo tengo que vivir en él?, ¿cómo puede ser realmente yo? Los niños pueden imaginar cómo aplicar a sí mismo lo que la historia le revela sobre su vida y naturaleza humana.

Los cuentos tienen influencia en el niño porque siguen el funcionamiento de su pensamiento animista. Por eso no ven raro que en los relatos el viento y los animales hablen. Así dan respuesta a preguntas que se han hecho los filósofos: ¿quién soy? ¿cómo empezó el mundo? ¿quién creó al hombre y los animales?

Caperucita y el Lobo, según Doré.
Así, cuando más seguro se sienta el niño, mejor se relacionará con el resto.

Como todas las artes, el cuento entretiene y enseña a la vez. Así el niño aprende a comprenderse a sí mismo y  cómo enfrentarse ante los problemas.

Los cuentos como la mente infantil comienzan por problemas reales: padres que no pueden mantener a sus hijos (Pulgarcito), una madre que envía a su hija a ver a su abuela (Caperucita Roja). Pero el niño comprende que luego el cuento le habla con el lenguaje de los símbolos (<<en un lugar muy lejano>>). El cuento embarca al niño en un mundo maravilloso para volver luego a conducirlo a la realidad de manera más reconfortable.


Para saber más:

Bettelheim, Bruno: Psicoanálisis de los cuentos de hadas, Ed Crítica biblioteca de bolsillo.

4 comentarios:

  1. Un placer. A lo largo del libro se hace un análisis del significado de algunos cuentos tradicionales. Una obra muy interesante.

    Gracias por tu comentario.

    ResponderEliminar
  2. Patricia, la literatura infantil actual, tan lastrada por el buenismo y la corrección política, no es capaz de situar al niño ante conflictos ni ante ná. Recordarás una iniciativa que hubo hace no mucho, precisamente, de reescribir los cuentos clásicos bajo los cauces de la corrección política y que por fortuna hubo una fuerte reacción en contra de esta censura facha (la corrección política, que se prsenta como esencialmente democrática es una perversión inquisitorial de los principios democráticos). Por esto que te digo, los mejores autores de cuentos infantiles de la actualiodad son gente con mala uva y/o incorrecta, gente como Ende o Dahl (¿Has leído sus "Cuentos en verso para niños perversos"), porque saben que tratar al niño entre algodones es hacerle un flaco favor y son capaces de ponerlos de forma cruda frente a cuestiones desagradables, frente a personajes como la Trunchbull de Matilda o los hombrecillos grises de Momo. Termino por donde debía haber empezado: muy bueno el artículo.

    ResponderEliminar
  3. Gracias, Guachimán. Te he añorado. Je. Justamente los autores de los que hablas, junto a Dickens y algún otro (incluida la poesía de Machado, que empecé a leer -sin adaptación ni ninguna estupidez de ese estilo- en segundo de la antigua EGB; no creo que la entendiera, debía intuirla)fueron mis preferidos de la infancia. Estoy totalmente de acuerdo en que los adultos en general hemos hecho ñoños a los niños. Los hemos engañado y hechos indefensos ante la verdadera realidad (y esto me recuerda mucho a lo que advierte Nietszche). Así, se enfrentan con la realidad (con la que les hemos hecho creer) de manera jactanciosa, hasta que la vida real aparece y los convierte en seres frustrados a los que ha pillado de improvisto todo y no tienen instrumentos (ni intelectuales -el cerebro ya no alcanzará su desarrollo- ni morales) con los que enfrentarse.

    Muchas gracias por tu comentario.

    ResponderEliminar

Se agradecen los comentarios, especialmente para no sentirme como una loca que habla sola. Saludos.