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lunes, 26 de marzo de 2012

RETAZOS DE LA VIDA DE MACHADO. PARTE IV.




Leer antes: PARTE IPARTE II y PARTE III.


Habíamos dejado la anterior entrada con la muerte de Giner de los Ríos. Por aquellas fechas se publica Niebla, de Unamuno, quien manda una copia a Machado. Éste indica los siguiente: portentosa me parece de honda realidad su nivela y de humanismo, aunque desoladora. También comenta un ensayo del filósofo, La voluntada nacional afirmando que es cierto que no se  ve inquietud por ninguna parte.

A pesar de estar desesperado por marcharse de Baeza, el consuelo está en el paisaje. Preparan una excursión en primavera del 15 que dará origen al poema “los olivos”.

Vuelve a Madrid durante el verano, donde firma –junto Azaña, Azorín, Falla, Galdós, Maeztu, Menéndez Pidal, Ortega, Rusiñol, Unamuno y Valle, entre otros- un manifiesto a favor de los aliados.

Comprobando que necesita un título para mejorar su situación laboral, se matricula en la Facultad de Filosofía y Letras, interesándose profundamente por mejorar el inglés y el latín, pues desea leer a Shakespeare y a Virgilio en su propia lengua. Aunque ha tardado en dar el paso (quince años), pondrá toda su voluntad, llegando a doctorarse. Su interés filosófico será uno de los puntos de partida para tomar esta decisión, además de ir calando los versos de Machado.

Además de su tarea universitaria, se mete en otro proyecto: la preparación de un compendio de su obra poética, que no saldrá a la luz hasta 1917.

Una terrible noticia paraliza el mundo literario: tras una campaña contra la guerra, en febrero del 16, muere (con cuarenta y nueve años) Rubén Darío. En un mundo sumido en el caos y la muerte del nicaragüense parece que el Modernismo ya no tenía espacio: una guerra en la que España no participa, pero que hace patente su división entre los aliadófilos y la derecha germanófila, que se considera verdadera alma de la Nación, aunque el poeta tiene el parecer contrario.

Al final de curso, el influido por la Institución Libre de Enseñanza Berruela hace una excursión con sus alumnos a Baeza, donde Machado lee sus poemas y algunos versos de Rubén Darío. Entre esos jóvenes oyentes se halla un jovencísimo Federico García Lorca, quien deleita con su talento con el piano. Pronto comienza a escribir poesía, donde se siente el influjo tanto de Darío como de Machado.

En septiembre, sus primeros exámenes aniversarios reciben sobresaliente. Además tiene dos importantes publicaciones programadas: una, con la editorial Calleja (dirigida por Juan Ramón Jiménez); otra, con la Residencia de Estudiantes.

Por la época, los hermanos firman el manifiesto de la Liga Antigermanófila, que explica que lucha contra estos enemigos de España que pretenden confundir al pueblo y aprovechar para eliminar sus libertades. ¡Qué miedo que esto esté tan de actualidad!

En abril del 17, Berruela y sus alumnos vuelven a Baeza, donde Lorca –ahora también poeta- actúa junto a Machado en un concierto en el Casino. De hecho, inspirará a Lorca en su primer libro, Impresiones y paisajes (1918).

El encuentro de lugar a un artículo de Machado en El País, pero produjo un efecto negativo en torno a berruela.

A esto se suma que el poeta cada vez se siente más hastiado de la vida de provincia, pero sabe que la única manera de salir de allí es terminar la licenciatura y volver a opositar. Entre tanto, Azorín, entonces subsecretario en un Ministerio, intente emplear la influencia para que el talento de Machado pueda volver a Madrid, pero la España de la corrupción no acepta en este caso.

A finales de año, nuestro poeta asuste a una conferencia (La España social en la hora presente) de  Unamuno. Tras ella escribe una extensa carta al filósofo para comentar tanto la conferencia como Abel Sánchez, obra que gira en torno a la envidia como uno de los males de este país (sigo viendo muchas equivalencias con la actualidad y eso es triste porque quiere decir que somos tan gañanes que no aprendemos nada).

Los hermanos comienzan a componer una obra teatral en torno a Julián Valcárcel, pero no llegará a estrenarse hasta 1926.

En junio se examina por última vez y consigue licenciarse con cuarenta y tres años. Ni corto ni perezoso, pide plaza como profesor de Lengua en el Instituto – Escuela, vinculado a la Institución Libre de Enseñanza.

Su despego por Baeza va creciendo, pidiendo numerosas solicitudes para opositar en diferentes lugares de España. Ninguna da sus frutos, de modo que decide declararse por Filosofía, siendo examinado por Ortega y Gasset. Y, por fin, consigue huir del hastío de Baeza para marchar a Segovia, muy cercana a la capital.

Y aquí lo dejamos por hoy, querido lector.


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