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sábado, 24 de diciembre de 2011

1811: MUERTE DE UN REFORMISTA.





S
e cumplen doscientos años de la muerte de Jovellanos, uno de los ilustrados más relevantes de nuestra historia. A pesar de ser uno de los intelectuales más preocupados por el bienestar de los españoles, sufrió grandes vicisitudes (o tal vez por ello). Durante el reinado de Carlos III sería un apoyo y consejero para el monarca en asuntos civiles; pero durante el de Carlos IV, sería perseguido.



Gaspar Melchor de Jovellanos (Gijón, 1744) fue ilustrado hasta la médula. Tanto es así que perteneció a varias Reales Academias (Historia, San Fernando y Lengua), surgidas en dicho siglo. Su elevada moral y su esfuerzo personal hicieron que, ya en su juventud, desempeñara cargos de justicia tanto en Sevilla (alcalde del crimen y oidor de la Audiencia) como en Madrid (alcalde de corte y consejero de órdenes). Su manera de actuar y su ideología hizo que Américo Castro acuñara el término jovellanismo, que describe como <<una actitud rectilínea en el orden moral, una constante aspiración al perfeccionamiento, un deseo de contribuir al renacimiento intelectual de la patria, un estímulo vivo para trabajar por el pueblo y, sobre todo, una austera impasibilidad nacida del conocimiento del deber y de la íntima satisfacción de la conciencia>>. Éste es Jovellanos.

Aunque su obra estrictamente literaria es escasa (escribe más informes) – dos dramas (El Pelayo y El delincuente honrado) y varios poemas-, su amistad con los poetas salmantinos (a los que influye en gran medida, como a Cadalso), lleva a adscribirlo a este grupo literario.

Su preocupación por el pueblo español y su desarrollo (así como su influencia sobre otros intelectuales) provocó que durante el trono de Carlos IV se lo apartara de la Corte con un cargo en Asturias, donde contribuyó a su desarrollo mediante, entre otras medidas, la creación del Instituto de Estudios Asturianos (cuyo plan docente estaba colmado de un espíritu moderno). Tras un breve periodo en el que fue ministro de Justicia por mano de Godoy, la envidia de éste lo volvió a apartar a Asturias bajo la acusación, incluso, de herejía, aunque se consideraba que sus ideas en pro de la sociedad eran un peligro para la estabilidad tanto de la nobleza como de la Corona (recorría España el miedo a la Revolución Francesa). Ya con cincuenta y siete años, fue encarcelado: primero en la Cartuja y, después, en el castillo de Bellver (Mallorca). Lo que lo llevó a crear la historia de su prisión (Memoria del castillo de Bellver).


Al suceder la invasión francesa por las tropas napoleónicas, fue puesto en libertad a los sesenta u cuatro años. José Bonaparte pretendía incorporarlo a su gobierno; sin embargo, Jovellanos apoyó la causa independentista, llegando a representar a Asturias (lugar que iniciara la guerra contra los franceses por sentir su responsabilidad histórica, ya que había sido el primer reino cristiano y de donde había surgido España) en la Junta Central. Allí murió en 1811.
 


Su gran importancia y participación (ayudó a formar la Regencia) dio lugar que las Cortes de Cádiz lo proclamaran <<Benemérito de la patria en grado eminente y heroico>>.


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