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domingo, 16 de marzo de 2014

MITOLOGÍA DE LA INDIA: DAMAYANTI.

La princesa Damayanti poseía tal belleza que no sólo la pretendían hombres, también lo hacían dioses. Pero ella rechazaba a todos, pues estaba enamorada de un hombre al que no había visto nunca: el rey Nal de Nishad. Le había llegado la noticia no sólo de lo apuesto que era, además era inteligente y un buen guerrero. Se había enamorado de oídas.


Resultaba que Nal también había oído hablar de la hermosura de Damayanti. Los dos estaban enamorados del otro, pero no sabían los sentimientos.

Un día en el que Nal paseaba por su jardín pensando en la princesa, descendieron unos cisnes con alas resplandecientes, debido al oro que había en ellas. El rey comprendió que eran mágicas y decidió acercarse a ellas. Con sigilo, logró hacerse con el jefe. El cisne se agitó a fin de escapar, pero le fue imposible. Entonces, propuso un trato al rey: si éste lo dejaba libre, haría lo que deseara. Nal le pidió que diera un mensaje a Damayanti y le declarara su amor. El cisne levantó el vuelo y fue en busca de la muchacha. Estaba en el jardín, rodeada de sus doncellas. Al oír el mensaje, la princesa dio una respuesta: ella también lo amaba.

Al poco tiempo, el padre de Damayanti hizo venir a los pretendientes para elegir esposo a su hija. Además de numerosos príncipes y reyes, había cuatro dioses: Indra, Yama, Agni y Varuna. Como sabían que ella estaba enamorada de Nal, tomaron la forma de éste y se colocaron junto a él con la esperanza de que Damayanti no lo reconociera y eligiera a uno de ellos.
Cuando llegó la hora de que la princesa seleccionara esposo, ésta observó la larga fila, pero fue directamente a donde estaban los cinco hombres con la apariencia de Nal. Sabía que los dioses solían burlarse de los humanos, mas estaba decidida a no dejarse engañar por ellos. Observó atentamente a los cinco. Se dio cuenta que, a pesar del parecido, cuatro no pestañeaban y no tenían sombra. La joven se arrodilló ante ellos para rendirles pleitesía, pero se negó a casarse con cualquiera de ellos, pues se conformaba con un mortal como lo era Nal.


Sin sentirse ofendidos, bendijeron el matrimonio, que se celebró en ese momento.


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