Ayer tuvo lugar la llamada marcha por la dignidad. El pueblo español, o por lo menos la parte que es consciente de lo que sucede, está harta de tanta tontería, tanta manipulación y, especialmente, tanto maltrato al ciudadano en todos los ámbitos. Parecemos tontos, pero no lo somos.
Un pueblo que se deja maltratar es indigno. Y ayer el país quiso demostrar que, aunque tarde, sigue teniendo dignidad, que desea tener un trabajo digno (no los empleos de poca monta que ocultan esclavitud), una educación y sanidad para todos -no sólo para los ricos- y que no ha de pagar la estafa de una clase que pisa al pueblo a fin de seguir bañándose en la abundancia.
Sí, miles de personas (a pesar de que la guardia civil no dejaba entrar en la capital a autobuses de la marcha) de todo el país se reunieron ayer en el trayecto de Atrocha a Colón para mostrar su desacuerdo. Sí, es real, aunque "políticos" quieran desprestigiarlos y los "medios de comunicación" ocultarlos.
Durante el gobierno de Aguirre aprendí, a la fuerza, que todo lo que desprecie personajes como éste deben ser tan valiosos para la ciudadanía como la Educación, que tanto ha sufrido la mala prensa de ese ser. Así que cuando leo u oigo declaraciones del tipo <<las marchas son la columna de la extrema izquierda lideradas por un actor que vive en Cuba>>, dicho por el portavoz del gobierno de Madrid, se dibuja en mis labios una sonrisa sesgada que mezcla la dualidad de mi sentimiento: la sorna por oír tal sandez y preocupación por saber que hay gente influible que se cree estas patrañas.
En la prensa no aparecerá el heroico acto que llevó a cabo el pueblo trabajador o mentirá sobre él. Incluso lo desprestigiará. Por eso traigo algunas de las fotos que muestra que hay esperanza en este país si la creamos nosotros mismos, a pesar de los obstáculos.
Y como éste es el mejor homenaje a Antonio Machado en la conmemoración de su muerte, recordemos Mañana efímero.
La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y alma inquieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
En vano ayer engendrará un mañana
vacío y por ventura pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero,
a la moda de Francia realista
un poco al uso de París pagano
y al estilo de España especialista
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja y tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas,
y otras calvas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero;
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la náusea de un borracho ahíto
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.
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