Francisco de Quevedo, escritor barroco |
Ayer, una afable conversación con el escritor
Alberto Infante me trajo a la mente uno de mis poetas preferidos de la historia
de nuestra literatura: Quevedo. Autor cuyos versos pueden verse desde varios
prismas, mas siempre con una actualidad de la que carecen algunos autores del
veinte.
Como esta semana se celebró el día de los
enamorados –aunque es una de esas fechas que me parecen absurdas-, voy a
recuperar un poema del autor sobre el tema amoroso. Verá, querido lector, que
los versos reflejan una amor petrarquista con un hálito propio del Barroco
español.
Voy a hacer
algo que sé que los poetan odian, comentar un poema. Tengo que agradecer a mi
profesora de Literatura Universal en el instituto que me hiciera entender que
lo primero que ha de hacerse con la poesía es leerla de la manera más pura posible. Tal vez no se
entienda todo el texto, pero unos buenos versos producirán una sensación en el
alma. Y de ahí ha de partirse para ir comprendiendo mejor el poema. Así que le
aconsejo, estimado lector, que lea el poema, se escuche a sí mismo para
entender qué sentimientos le ha provocado. Yo llegaré después con la leve
disección que será el comentario a fin de que comprenda un poco más ese texto y
cómo el autor ha logrado conseguir comunicarse con alma.
Cerrar podrá mis ojos la
postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
A
continuación va a comentarse el presente texto. Para ello se partirá tanto de los
modelos de comentario de Díez Borque y Lázaro Carreter como la teoría de las
funciones de la lengua.
En primer
lugar, podemos caracterizar el texto siguiendo los tres criterios a los que se
refiere Adam; a saber: tema, forma elocutiva e intención.
Temáticamente,
el texto es literario en tanto en cuanto el emisor (Quevedo) emplea
extrañadores (ritmo, verso y recursos retóricos) a la hora de crear un mensaje
con el fin de embellecerlo. A esto se suma que pertenece al género lírico, pues
presenta sentimientos y pensamientos: la idea de que su amor es tan fuerte que
rompe los límites de la muerte. No hemos de olvidar el subgénero, en este caso
la estructuración en dos tercetos y dos
cuartetos nos conduce al soneto.
Respecto
a la forma elocutiva, el poema se configura mediante la descripción del amor
del yo lírico contra el poder de la muerte. De manera que se describe un
proceso: la muerte y la reacción rebelde de la pasión amorosa del yo lírico, lo
que recuerda al Petrarquismo.
En cuanto
a la intención del emisor, el texto es estético, puesto que Quevedo embellece
el mensaje mediante los ya mencionados extrañadores.
Si
pasamos al punto de vista de la voz, hay que recordar que nos hallamos a, como
ya se ha advertido, ante un texto lírico. De modo que debemos analizar el yo
lírico y un tú textual al que se dirige. Hay que tener presente, ante todo, que
con el poema sucede una situación comunicativa donde el emisor, el yo lírico,
con tono vehemente, presenta su paradójica e hiperbólica idea de que la pasión
amorosa vencerá a la muerte. La presencia del yo lírico es evidente en las
formas de los adjetivos determinativos (mis ojos, en el primer verso) y
de los pronombres personales átonos (sombra que me llevare el blanco día,
en el segundo verso).
Esa
idea es de origen petrarquista, pero aquí el yo lírico presenta una visión
barroca: la amenaza constante de la muerte y cierto sentimiento de soledad.
En lo
que se refiere al tú textual, no queda muy claro a quién oculta, pues no puede
extraerse morfológicamente. De hecho, parece que se impersonaliza para
comunicarse con un tú universal, típico de la literatura cabe la posibilidad de
que se refiera a una mujer e, incluso, a la muerte. Sin embargo, el emisor no
aporta datos suficientes para inferir estas ideas.
El yo
lírico asegura que aunque la muerte le llegue y se dé la feliz separación entre
cuerpo y alma (Neoplatonismo), su pasión amorosa no olvidará ni desaparecerá
(referencia al Leteo de la mitología grecolatina). De manera que su sentimiento
amoroso resulta más fuerte que la muerte (ley severa).
El tema,
por tanto, está tomado de los poemas de Petrarca (la inmortalidad y fuerza del
amor), pero visto desde el prisma del Barroco español.
Por
la forma que presenta al expresarlo, es posible que destaca la función poética
o estética (embellece el mensaje). También aparece la expresiva en tanto que,
como ya se ha indicado, el yo lírico muestra su sentimiento rebelde contra la
muerte defendiendo el poder de su amor.
No hemos
de olvidar la presencia de la función referencial. Aunque el poema sea una
paradoja en sí (vive lo que ha muerto), la descripción de la muerte –aquí típicamente
barroca: se presenta lao tortuoso de la muerte, pero también como algo liberador
ante lo absurdo de la realidad- nos conduce a un referente real que está
presente en el mundo del destinatario.
En cuanto
a la estructura, en la externa se observa que nos encontramos ante un soneto,
organizado en dos cuartetos y dos tercetos de arte mayor (endecasílabos) y de
rima consonante ABBA ABBA CDC DCD.
Como
se sabe, esta forma surgió en el Trecentto italiano, en Sicilia, más tarde fue
recogido en el XV por el Marqués de Santillana, quien intentó introducirlo sin
éxito (sonetos al itálico modo). Serán Boscán y Garcilaso, en el siglo
siguiente, quienes consigan dotar al
endecasílabo de flexibilidad. Sin embargo, los autores del Barroco otorgarán
mayor fuerza a esta forma poética, que se seguirá empleando, incluso, hoy en día.
Respecto
a la estructura interna, el poema se organiza en dos partes que coinciden con
los cuartetos y tercetos. El tema es el mismo (inmortalidad del alma), pero se
trata de manera diferente en cada sección. Esa victoria verbal contra la muerte
(tan presente en el Barroco) aparece de
manera autobiográfica en los cuartetos (mis ojos y me llevare,
versos uno y dos respectivamente). Esta primera parte puede subdividirse en
dos, relacionándose con los dos términos de la larga oración adversativa. El primero
describe la acción poderosa de la muerte (cerrará podrá, llevarse, podrá
desatar) mientras que en el segundo aparece la hiperbólica fuerza del amor
del yo lírico que conseguirá sobrevivir al cuerpo.
La segunda
parte, separada de la primera por el punto, también está constituida por una
oración compleja que parece universalizar la idea del poema. Se organiza, a su
vez, en dos secciones coincidentes con cada uno de los tercetos y de los
términos de la oración. En la primera aparece una enumeración de términos con
sus incisos explicativos. En la segunda, una aparente correlación de predicados.
En cuanto
al nivel fónico- gráfico, destaca la fusión de dos palabras en el primer verso
del segundo cuarteto. Sobresale, además, la entonación enunciativa, pues
pretende aparentar la objetividad y lo real de lo descrito.
Como
nos hallamos ante un poema, el ritmo tiene gran importancia. No sobresalen los
encabalgamientos, sólo apareciendo uno en el primer verso (cerrar podrá mis
ojos la postrera / sombra que me llevare el día blanco). Se relaciona con
dos sentidos: por un lado, con la idea clásica de representar nuestra vida como
un hilo que cortan las Parcas en el momento de la muerte (irónico aquí, pues el
encabalgamiento aporta continuidad); por otro, la visión de la muerte como
camino o viaje. Da la sensación, además, que esa muerte arrastra al alma contra
su voluntad.
De manera
que destaca la presencia de esticomitia, lo que produce un ritmo pausado en
relación con la sensación de cierta
seguridad –aunque sólo sea verbal- y bravuconería del yo lírico ante la muerte.
Ya se
ha advertido, por otro lado, que el poema es un soneto compuesto por dos
cuartetos y dos tercetos de arte mayor (endecasílabos), con algunas sinalefas (llevare
el blanco día) a fin del que el cómputo silábico sea de once sílabas.
El acento
estrófico cae en la sílaba par, por lo que existe un ritmo yámbico. Respeto al
resto de los acentos versales, existe alternancia dependiendo del contenido
(sáfico y melódico), aunque destaca el endecasílabo sáfico. De modo que existes
versos rítmicos como el primero (segunda, cuarta, sexta y décima sílabas),
donde se hace patente el hecho irrefutable y poderoso de la muerte (cerrar
podrá mis ojos la postrera). Pero también aparecen algunos extrarrítmicos,
como el último verso (polvo serán, mas polvo enamorado). Sin embargo, el
poema en sí presenta un ritmo pausado y seguro, a diferencia, como se verá más
adelante, de las tortuosas sintaxis y semántica.
Es curiosa
la repetición acentual en la vocal a, que junto a la aliteración que
comentaremos a continuación, da lugar a claridad, aunque se hable de la muerte.
Respecto
a los recursos retóricos de este nivel, destaca la aliteración de la a: y
podrá desatar esta alma mía. Aquí parece relacionarse con la liberación del
alma del cuerpo. De manera que se ve como algo positivo, tal como en el Platonismo.
Si pasamos
al nivel morfosintáctico, se advierte que destaca el ámbito nominal sobre el
verbal, puesto que se está describiendo. Los sustantivos que aparecen son, en
su mayoría, concretos: ojos, ribera, venas, médulas, ceniza, polvo,
aunque muchos son metáforas de ideas abstractas. También aparece el sustantivo
abstracto alma de manera repetida por la lucha entre el alma enamorada y
la muerte.
Hay
que referirse también a los artículos determinados que se refieren a realidades
conocidas por el interlocutor (la postrera/sombra, en referencia a la
muerte). Es curiosa la elipsis de determinantes en el último terceto,
generalizando y universalizando lo que en los cuartetos se concreta en la
primera persona (mis ojos).
Respecto
a los adjetivos calificativos, resultan
numerosos al hallarnos ante una descripción. En el primer cuarteto aparecen
antepuestos: postrera sombra, blanco día. Esto nos lleva a algo no
tangible, etéreo. Sin embargo, después los coloca tras el sustantivo, lo que
dota al adjetivo de más realismo y objetividad, aunque sea aparente: ley
severa, polvo enamorado.
En cuanto
al ámbito verbal, hay que destacar las dos perífrasis de probabilidad que
aparecen en el primer cuarteto (cerrar podrá y podrá desatar) El
hipérbaton de la primera tiene la finalidad de tematizar el auxiliado cerrar y
presentar el gran poder de la muerte sobre los hombres.
Resulta
curioso el empleo del tiempo verbal que hace Quevedo en este poema, pues inicia
con el futuro hipotético, continúa con un presente (nadar sabe) y un
pasado relacionado con la muerte (han sido, han dado, han ardido) y
volviendo al futuro al final. Da una sensación cíclica que recuerda a las
creencia grecolatinas. Pero, además, consigue eternizar ese polvo enamorado.
Interesante
es también el empleo del adverbio gloriosamente (médulas, que han
gloriosamente ardido) en dilogía. Por un lado, las médulas han ardido
gloriosamente por la pasión amorosa; por otro, se hace referencia a la pira
funeraria y a la liberación del alma del cuerpo (sentido sacro en relación con ceniza y polvo).
Respecto
a las oraciones, se presentan en dificultosas hipérbaton típicas del Barroco. Como
ejemplo, puede citarse el primer cuarteto en su totalidad.
A esto
se suma que la oraciones son largas y complejas, con lo que Quevedo hace alarde
de su cultura y maestría estilística. Así vemos que los dos cuartetos se forman
por una larga oración adversativa que contiene en su interior subordinadas
sustantivas en hipérbaton. Destaca la conjunción mas con la que se inicia el
segundo cuarteto, que opone la rebeldía del alma enamorada a la fuerza de la
muerte.
Si
nos referimos a los recursos de este nivel, destaca el empleo de hipérbaton, ya
comentado anteriormente. También aparece el paralelismo en el primer terceto,
en el que se enumeran tres sujetos con sus respectivos incisos, que se
correlacionan, en el último terceto, con los predicados.
Interesante
resulta , además, el quiasmo, tanto el
comentado de la perífrasis como el del final del poema serán ceniza (…)/ polvo serán.
Destacable
es la repetición de ciertas palabras, como el nexo adversativo mas, relacionado
con el tema (victoria verbal contra la muerte) y alma.
No ha
de olvidarse la elipsis, especialmente en el último terceto, en el que se
omiten tanto determinantes como verbos (mas polvo enamorado).
Y,
obviamente, hemos de hacer referencia a la perífrasis, pues el yo lírico da una
vuelta para indicar el tema.
Si pasamos
al nivel léxico –semántico, se observa
con claridad que nos encontramos ante un poema que emplea el nivel culto de la
lengua. Esto ocurre por el empleo tanto de una sintaxis compleja y el
hipérbaton como por el uso de cultismos (médulas).
El poema
se configura en torno a unos campos semánticos. Tres son los principales: el
amor (desde el punto de vista metafórico, empleado desde el amor cortés:
ardió, llama, fuego, han ardido, ceniza, polvo enamorado); la muerte
(mediante eufemismos: postrera sombra, cerrar podrá mis ojos, podrá desatar,
ribera, agua fría, ley severa, han ardido, ceniza, polvo); olvido, desde el
punto de vista mitológico que recuerda al Leteo del que beben las almas para
olvidar su anterior vida (memoria, cuidado).
Respecto
a los recursos retóricos, destaca el empleo de metáforas, muchas relacionadas
con la mitología grecolatina. Así, en el primer verso, mediante una perífrasis
y eufemismo aparecen dos metáforas de la muerte: cerrar podrá y postrera
sombra. El blanco día se refiere al día de la muerte desde el punto
de vista positivo por la concepción platónica, como ocurre con hora
lisonjera.
Podrá
desatar hace referencia a dos ideas: a la platónica (alma se libera del cuerpo con
la muerte) y a la mitológica (las Parcas cortan el hilo de la vida).
Ribera y agua
fría se refieren a la laguna Estigia que dividía, según los clásicos el
mundo de los muertos y el de los vivos. El barquero Caronte (personificación de
la muerte) llevaba (tras el pago de una moneda) al alma al otro lado. Por eso
emplea el adjetivo fría, en antítesis a ardía, que presenta una dilogía, típica
de Quevedo: por un lado, la metáfora del fuego amoroso; por otro lado, el de la
vida.
Ley
severa se vincula también con la muerte y
con la idea de que nunca cambia (visión angustiada).
Como
puede apreciarse, Quevedo ha construido una alegoría de la muerte en el segundo
cuarteto.
También
puede comentarse el empleo de metonimia, como ocurre en el primer terceto,
donde aparece la palabra dios referido a Eros (dios griego del amor),
que se vincula, por tanto, con la pasión amorosa.
Existen,
además, numerosas personificaciones: de la muerte (cerrar podrá), del
alma (nadar sabe, polvo enamorado).
Sobre
todos estos recursos destacan dos: paradoja e hipérbole. El poema está repleto de paradojas, pero todo él
constituye una: la idea de que el yo lírico podrá morir, pero no su amor (vida
de lo muerto). El soneto también es una hipérbole en este sentido, pues el yo
lírico asegura a la amada que su amor resulta tan fuerte que vence a la muerte.
Para
terminar, hemos de recordar que este soneto, titulado Amor constante más
allá de la muerte, pertenece a Quevedo, autor del Barroco y representante
del Conceptismo.
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Enhorabuena por tu fantástico blog. Me parece realmente interesante, en especial tus magníficos comentarios de texto, que como opositora me han resultado de gran ayuda. Me preguntaba si has publicado algún comentario de texto literario en prosa, porque me sería muy útil su lectura para preparar la prueba práctica. Muchísimas gracias y, de nuevo, enhorabuena. Un saludo.
ResponderEliminarMe encanta tu Blog, he podido hacer el comentario de texto para clase tan solo con copiarmelo jejejejejejejejej :P
ResponderEliminarYo lo he utilizado para copiarmelo y hacer el comentario de texto para clase jejejejeje
ResponderEliminarHola. ¿Puedes citar el libro en el que te basas para realizar el comentario de texto? Estoy intentando buscarlo y no doy con él. Muchas gracias. Y enhorabuena por el blog.
ResponderEliminarQue tipo de poema es este?
ResponderEliminarenhorabuena, eres un crack!
ResponderEliminarprecioso, me encantó. Pude ayudar a mi hijo con su compromiso de esta obra en comparación con una de Gongora "La dulce boca que a gustar convida". Gracias infinitamente.
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