Esta vez voy a volver a las reflexiones sobre los problemas de nuestro tiempo. Sé que soy mu vehemente, pero parece que hay gente que no se da por aludida de otra manera.
Actualmente vivimos una angustiosa realidad: numerosas familias sufren para llegar a fin de mes, aumenta el paro, los trabajos cada vez son más esclavos y denigrantes, gente expulsada de sus casas, otros quieren bloquear nuestros derechos (innatos, que no se nos olvide). Una tomadura de pelo constante.
Sí, es cierto que son otros quienes están jugando con nuestras vidas -o lo que queda de ellas- y la de nuestros descendientes. Y durará mucho tiempo. Quien crea que esto se arregla en otra legislatura es bastante ingenuo. No lo digo porque todos los partidos y políticos sean iguales, ni mucho menos, -esa es una de las grandes falacias de nuestro tiempo-, sino porque algunas de las decisiones tomadas ahora tendrán consecuencias en 60 años. ¿Cómo se puede recuperar algo que se ha vendido, por mucho que pertenezca al pueblo? ¿Cómo recuperaremos los servicios públicos?
Sin embargo, los principales culpables no son los "políticos" (y lo pongo entrecomillado porque no responden al significado de tal palabra; de hecho se ha envuelto con un tinte peyorativo que no se merecen los políticos de verdad, que los hay, aunque nos dejemos engañar por falacias y gente mal intencionada) corruptos e ignorantes. La verdadera responsable es la misma sociedad que selecciona a una panda de psicópatas (recordemos que Hitler entró al poder democráticamente, más bien mediante la demagogia, pero el caso es que muchos que murieron después lo habían alabado y votado) para que regulen nuestras vidas.
Hace poco leí una expresión con la que estoy totalmente de acuerdo y que está muy difundida entre la intelectualidad: <<no hay nada más imbécil como un obrero de derechas>>. Hay gente que solivianta. Me parece que, porque, en el fondo, debe darse cuenta de su ignorancia. No lo sé. El caso es que uno de los grandes problemas de este país es que una numerosa parte del pueblo se deja manipular por los privilegiados. España ha vivido la mayor parte de su historia en una profunda Edad Media y se sienten los efectos del miedo ocasionado por una dictadura. Un miedo que se pasa de padres a hijos sin que estos sean capaces de darse cuenta. Aunque le pongamos otro nombre, en la actualidad existe una estructura social parecida a la medieval. Por lo menos, el comportamiento social es medieval. Mis alumnos siempre me preguntan, cuando les explico el contexto medieval, que cómo es que el pueblo - siendo mayoría- no se levantaba. Mi respuesta es: ¿Y vosotros? Nos creemos superiores a nuestros antecedentes medievales, pero, en realidad, seguimos arrastrados por el miedo, la superstería (como diría Larra) y la manipulación. Incluso, somos peores que los habitantes del Medioevo, puesto que nosotros tenemos acceso a la información y a la Historia.
A esto se suma, claro, que muchos ni siquiera saben qué significa clase obrera y lo identifican sólo con el peón. Para esos, voy a descubrir un secreto: la clase obrera somos todos los trabajadores, la mayor parte de la población. Todos, cualesquiera que sean sus estudios y profesión, pertenecemos a un mismo grupo en el que no entra un minoría privilegiada (esa que antes recibía el nombre de nobleza, aristocracia, terratenientes y que ahora reciben la nomenclatura de grandes empresarios y banqueros, pero que son los mismos y tienen los mismos fines). Como digo, el miedo y la sensación de pecado por preocuparse por la sociedad que se extendió durante la Dictadura ha hecho mucho daño.
Vamos a explicar, grosso modo, qué ideales tienen lo que se viene llamando derecha. En primer lugar, siempre ha sido y será el reflejo del gusto del poder de la casta de privilegiados, aunque tenga que pasar por encima de los cadáveres del pueblo. La base, como es obvio, no es la ética, el pensamiento en los demás, en el grupo, en la sociedad. Lo que ha pretendido a lo largo de la historia es perpetuar su poder y sus privilegios, aunque para ello tuviera que malvivir el resto de los seres humanos. Por eso resulta tan absurdo que un trabajador sea de derechas (que aquí, encima, se es de uno u otro partido -no ideología- como un hincha de fútbol, sin ser capaz de analizar y criticar). No sé si me he explicado con la suficiente claridad.
Por otro lado, la izquierda, que siempre ha sido la base de los intelectuales (tened cuidado con la definición de intelectuales que hacéis, yo tomo la de intelectuales como Ortega y Gasset o del grupo del 98 o de los ilustrados) tiene como punto de partida el bien social, la preocupación por el grupo, por la dignidad de los seres humanos y, por tanto, la eliminación del poder del sector privilegiado -que siempre me recuerda a los matones de los recreos-.
Para mí, la elección es muy clara. Siempre me preocuparé por el grupo, por la sociedad, por la moral y haré lo que esté en mi mano por defender a la sociedad -por muy ignorante que sea y por lo que se deje engañar- de esos egoístas.
Esto es la abstracción, luego están los partidos. Hay que tener cuidado con identificarlos totalmente, pues algunos seres humanos pueden actuar mal. Por ejemplo, es de simples afirmar que la Democracia es inútil. No es así. Los inútiles son los que no han sabido -o querido- llevarla a cabo. Los principios de la Democracia son buenos, pero hay que llevarlos a buen cauce. Para ello se necesita, antes que todo, educar bien a la sociedad a fin de que sea pensante y moral -bastante lejos de lo que ahora resulta ser- y, de esta manera, se evite que caiga en la demagogia de los viles.
Es de suponer que algunos siguen esta premisa, mientras que otros ni si quiera se han convencido. ¿Qué se le va a hacer? Uno de mis vicios es creer que puedo hacer comprender a la gente las cosas, pero voy aprendiendo que algunos nunca van a llegar al entendimiento, a pesar de que se base en un principio moral y no en la opinión (que, a veces, la gente no sabe distinguir).
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