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domingo, 2 de junio de 2013

MITOLOGÍA INCA: EL LAGO TITICACA.



En una meseta cuatro mil metros de altura se levantaba una ciudad de gentes jactanciosas. Creyeron que el resto debía adorarlos como dioses.
Un día llegó a la población un grupo de paupérrimos indios. Profetizaron el final de la ciudad. Sin embargo, los habitantes se burlaron de los extranjeros y se vanagloriaron de su propia inteligencia. Al final, los expulsaron a latigazos. Pero los sacerdotes habían comenzado a preocuparse. Algunos salieron para llevar una vida de ermitaño. Mas se volvieron en la diana de más burlas.
Un buen día, un habitante vislumbró cómo se acercaba una nube roja. Poco a poco la fueron acompañando otras azabaches. La noche no llegó. La ciudad estaba bajo una luz escarlata que comenzó a aterrar a los ciudadanos. La tormenta comenzó. El suelo se resquebrajó bajo las gotas bermellones. Los edificios fueron arrasados por la inundación.
Desde ese momento el lago Titicaca cubrió la ciudad orgullosa. Sólo sobrevivieron los sacerdotes. Quedó en pie su templo, ahora conocido como la Isla del Sol.

Los indios observaron la tragedia desde lo alto, apenados por no haber podido convencer a los ahora fallecidos habitantes. Se dice que quedaron en los alrededores dando lugar a callawayas.

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2 comentarios:

  1. Durante mi estancia en la Universidad Complutense mientras estudiaba Filología Hispánica, tuve el honor de asistir como alumno a la asignatura titulada Cultura Inca, donde el lago Titicaca aparecía una y otra vez, fundamentalmente como reclamo de varias leyendas. El propio Viracocha, gran jefe inca, surgió de sus aguas en uno de los mitos más repetidos. El carácter sagrado del lago, por tanto, está más allá de toda duda. Como en cualquier civilización, los elementos naturales a su alcance son un reclamo para todo tipo de historias y residencias de divinidades.

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