Hoy, día que dedicamos a los aniversarios vamos a recordar que, en 1903, Marie Curie recibió el Premio Nobel por su trabajo con la radiactividad.
Nació en Varsovia (perteneciente, entonces, al Imperio Ruso) en 1867, donde estuvo hasta cumplir los veinticuatro, momento en que marchó a París con el fin de continuar sus estudios. Allí obtuvo la nacionalidad francesa.
Allí tuvo que trabajar duro para competir con sus compañeros. Tanto que llegó a ser la primera de su promoción en Física y la segunda en Matemáticas. Sin embargo, la carencia económica le obliga a aceptar una beca. Es interesante saber que, más adelante, devolvería ese dinero prestado.
En esas fechas, 1894, conoce a un profesor de Física que sería su futuro marido: Pierre Curie. Comienzan a trabajar juntos. Un año más tarde, se casan con una sencilla boda. Mas reciben algo de dinero que aprovechan para hacerse con unas bicicletas y recorrer el país con ellas.
En el mismo año, tras el descubrimiento de los rayos X, Marie hace un doctorado sobre el tema, con ayuda de su marido. Defiende su trabajo (
Investigación sobre las sustancias radiactivas) en 1903. Consigue no sólo el doctorado, sino también una mención
cum laude.
Poco después, junto a su marido y director de tesis, fue galardonada con el Premio Nobel. E hizo historia doble: por sus descubrimientos y por ser la primera mujer en recibir dicho premio.
Sin embargo, la fama que resultó de ello sobrepasó a la pareja, que se encerró para continuar con sus investigaciones. Sin embargo, tres años después, la tragedia alcanzó a la familia cuando Pierre fue atropellado por un carruaje y acabó muerto. A pesar del dolor por el fallecimiento de su marido, continuó trabajando e, incluso, se hizo con la cátedra de aquél. Fue la primera mujer en dar clases en la universidad.
Gracias a sus investigaciones demostró (en 1910) que se podía conseguir un gramo de radio puro. Por ello fue galardonada, de nuevo, con el Premio Nobel en 1911.
Durante la I Guerra Mundial Curie propuso el empleo de una unidad móvil de radiografías para ayudar a los soldados. Con ella viajará su hija Irene (también importante unos años más tarde, Premio Nobel por el descubrimiento de la radiactividad artificial).
Desde los años veinte la atosigan tanto físicos (además, sufre los insultos de ciertos círculos masculinos) y encargados de cosméticos, con lo que, sin precauciones, sufre la radiación. Comienza a padecer fuertes dolores y queda ciega. Muere en 1934.
Fue enterrada al sur de París junto a su marido, pero en 1995 se lleva a la pareja al Panteón de París. Nuevamente, Marie Curie era la primera mujer.
In memoria de Isabel González -Nicolás