Gracias a la poeta Ariadna García podemos leer un artículo interesante sobre si realmente la vía que ha tomado este gobierno era la única o había alternativa. Cada cual que saque sus propias conclusiones, pero siendo consecuente.
He etiquetado esta entrada en civismo por algo obvio: si realmente existe otra forma de hacer las cosas y no ha sido contemplada por este Gobierno, de ello se infiere que actúa en perjuicio de la sociedad, lo que -desde cualquier prisma- es una actitud que muestra una gran falta de civismo.
Medidas económicas de izquierdas
Gran artículo. Pienso que la ideología de izquierdas es mayoritaria en nuestro país (la derecha, obviamente, es de ricos, y éstos son minoría). Pocas cosas hay más tristes que un obrero de derechas, y en nuestro país hay muchos. Bueno, sí: políticos de izquierdas que no hacen estas preguntas teniendo ellos la posibilidad de convertirse en la voz de toda una ideología, lo que me hace preguntarme: ¿Hasta qué punto está toda la política podrida?
ResponderEliminarCierto, es un gran artículo. Ariadna tan mordaz como siempre para sacarnos, al menos, una pizca de humanidad. Estoy de acuerdo en que la propia ideología de derechas es para los ricos con tintes tiranos (habrá ricos que piensen en la sociedad y en el ser humano, digo yo) y que, si fuéramos consecuentes, la sociedad se compone más por ideología de izquierda. Sin embargo, esos poderosos son listos (que no inteligentes, pues la inteligencia incluye la moralidad y, por tanto, la preocupación por el bien de los demás) para algunas cosas, ya que saben cómo controlar a los débiles y llevan haciéndolo siglos. Y cuando temen que puedan perder su estatus, se vuelven agresivos (veamos a Esperanza Aguirre atacando a los profesores, por ejemplo, con falacias, porque sabe que la educación del pueblo puede ser muy peligrosa para sus intereses propios; o recordemos propaganda falsa contra políticos de intereses sociales a lo largo de nuestra historia) hasta poder crear un cruenta e injusta guerra, fusilando a todo aquel que pensara en la sociedad (los intelectuales). Y éstos, los intelectuales, son los que deberían dirigirnos (como ves estoy totalmente de acuerdo con Ortega y Gasset en este punto). Me refiero a los verdaderos intelectuales a los que emplean sus conocimientos en provecho de la sociedad, sabiendo discernir lo que está bien de lo que está mal. Y de éstos hemos tenido y tenemos muchos. El problema es que esa derecha ha conseguido que involucionemos hasta tal punto que detestamos a aquellos que piensan y que quieren nuestro bien. Somos totalmente absurdos.
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