De esta
manera se privó de su derecho de reinar a toda la línea de descendientes del
Infante de La Cerda. Con
todo, los reyes, durante muchos siglos, habían de pedir el visto bueno de éstos
para poder ser coronados. Sí, durante muchos siglos hasta que en el siglo XVII,
con Felipe IV, la tradición es acabó cuando la heredera de dicha familia se
metió a monja.
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