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A poesía huye, a veces, de los libros para anidar extramuros, en la calle, en el silencio, en los sueños, en la piel, en los escombros, incluso en la basura. Donde no suele cobijarse nunca es en el verbo de los subsecretarios, de los comerciantes o los lechuguinos de televisión.
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Se agradecen los comentarios, especialmente para no sentirme como una loca que habla sola. Saludos.