Estoy harta de la manipulación como estratagema de los poderosos contra ignorantes ciudadanos que no se preocupan por enterarse de la realidad y se dejan engañar con la primera patraña. Muy harta. Estamos rodeados de mentiras o medias verdades en todos los ámbitos relevantes para la sociedad: medios de comunicación, gobiernos…
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Tal vez deberíamos recordar, someramente, lo que en realidad sucede. REPSOL solo es un accionista de la que nos están vendiendo como propiedad en la prensa y el Gobierno español: YPF. Las cosa empiezan a cambiar, porque ya no es que el Gobierno argentino esté robando a REPSOL y –como se nos quiere hacer creer-, por tanto a España. Y es que no hemos de olvidar que YPF se fundó en 1922 como empresa pública argentina, hasta que –bajo la crisis- en 1992 se comenzó a privatizar (ya sabemos que eso es un error para la economía de un país, provocando desastres posteriores a medio y largo plazo). Y en 1999 apareció REPSOL (que había sido del Estado español, pero que se había regalado a manos privadas, eliminando capital para las arcas públicas) y dijo: “estas acciones pa´ mí”. En definitiva, una empresa que había dado riqueza a Argentina, pasó a manos privadas por intereses económicos internacionales (y, seguramente, también de oligarquías argentinas) produciendo la enorme crisis del 2000 (parece que se nos olvidan las cosas) que sufrió el país (semejante a la que vamos a padecer aquí por esas absurdas privatizaciones que se dieron, especialmente, desde mediados de los noventa y que ahora se están volviendo a alzar como medidas que arrastran a España a una ruina mayor de la que creemos vivir ahora; no aprendimos del error argentino, así nos va).
Por su parte, REPSOL, que hace años fue español, a finales de los noventa estaba en manos privadas (sobre todo extranjeras) es una empresa que beneficia a unos cuantos oligarcas, no a España. De modo que no es una empresa nuestra. ¿Por qué tanto revuelo, entonces? Que unos cuantos ricachones van a perder su control económico sobre Argentina…ajo y agua. Pero no nos metan a nosotros en sus asuntos. Ya nos estamos tragando su crisis y pagándola muy cara, porque aquí no somos tan espabilados como en Islandia. Dejen de tocarnos la moral… a ver si, al final, van a despertarnos de nuestro letargo.
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