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urante la Edad Media , los juglares ayudaron al pueblo a superar las graves dificultades que pasaban (evadiéndolos de sus penurias) así como entretenían a los nobles en sus banquetes. Con ellos se transmite oralmente la más temprana literatura en lengua romance (cantos épicos y líricos).
Críticos, como Meléndez Pelayo, consideran que eran vagabundos que se buscaban la vida en estos menesteres. Sin embargo, el término juglar se refiere a un amplio y, a veces, diverso grupo. Como advierte Menéndez Pidal, ni siquiera todos eran pobres.
E. Faral considera que todos coincidían en que <<hacían profesión de divertir>> con un espectáculo público recitando ante un público. Intentaban llevar la alegría a ese público inclusos son los nombres artísticos que se ponían, como Alegret o Graciosa. Aunque también solían tomar el nombre del instrumento que tocaban, como Cítola (el juglar de Alfonso X).
De todos modos, hay estudiosos que consideran que derivan de los mimos romanos. Sin embargo, para otros, como Paris, el diferente oficio de juglar debió tener diversos orígenes que se conjugaron. Entre estos antecedentes se encontrarían los músicos y actores ambulantes romanos (en Gladiador – y en la serie Roma- aparecen escenarios improvisados y ambulantes donde los actores se burlan del emperador), así como los cantores bárbaros, que cantaban narraciones heroicas.
Se cree que incluso algunos juglares no solo cantaban de castillo en castillo y de plaza en plaza, sino que también componían (igual que los cantores musulmanes); así que fueron los primeros, o de los primeros, poetas en lengua romance (los propios autores cultos, como Gonzalo de Berceo, se denominan a sí mismos juglares en esta acepción).
Sin embargo, en el siglo XI había surgido en Occitania un nuevo término para designar al poeta culto, que creaba pero no cantaba su poesía lírica: trovador.
Ambos términos hacían referencia a actitudes muy diferentes. Así, juglar, aunque a veces creaba poemas, normalmente cantaba y recitaba la de otros (y trasmitía las que utilizaba el pueblo para acompañar sus labores y fiestas). Era menos noble y dependía del trovador. Éste, en cambio, a pesar de que podía cantar en público, no lo hacía por necesidad. La mayor parte eran caballeros y nobles. De hecho, el más antiguo conocido es Guillermo IX, duque de Aquitania (siglo XII). Además de por el estamento al que pertenecían, el trovador era intelectual y culturalmente superior al juglar.
Con todo, la diferencia no estaba tan clara, por lo que, en el siglo XIII (en la década de los setenta), un tal Riquier pide a Alfonso X que haga una clara diferencia. El monarca no introduce en la definición de juglar a los viles que hacen escenas con cabras y perros o hacen títeres, ni tampoco a los que se fingen locos (bufones). Deja el término para aquellos que pueden tocar instrumentos y cantar para gentes ricas. Los que saben crear composiciones con maestría son los trovadores, entre los que cuenta a <<don doctor del trobar>>, que sería el más perfectos versos compone.
Muchas veces el juglar canta los versos del trovador o acompaña el canto de éste por las cortes.
Algunos trovadores, como Alfonso X, destinan sus obras a que los juglares las canten en las festividades religiosas.
De la definición que hace el Monarca subyace que había una serie de oficios afines al de juglar y con el que a veces se confundía. Hablemos sobre ellos. Así, los segreres eran hidalgos de baja condición que necesitaban la poesía como modo de subsistir, acompañando al ejército para entretenerlo. Otra diferencia con el juglar es que canta no solo versos ajenos, sino propios; pero se aleja del trovador en tanto que cobra por sus servicios.
Cercanos al juglar también se encontraban los zaharrones y zamarrones, términos que se refieren a aquellos destinados a disfrazarse de diablo y colocarse a la zaga de las fiestas, máscaras y procesiones para evitar que los muchachos estropearan el ánimo de la festividad con sus discusiones.
No debemos olvidar a los trasechadores o prestidigitadores y los juglares de cuchillo, cuyos nombres indican ya su labor.
También existían los imitadores, denominados remedadores; los bufones, considerados por Alfonso X locos fingidos, siendo los más alejados del juglar, pero dura más que éstos; los ciegos, que cantaban por las cortes y vagabundeaban por los lugares, dependiendo de su pericia; se consideraba afín al juglar el caso de los clérigos o escolares vagabundos a los que también hace referencia el término goliardos (estudiantes que marchan por las universidades europeas, entreteniéndose en los caminos con cantos lascivos, de alabanza ala vino y juegos de escarnio en general); las juglaresas entretenían a los cortesanos y al pueblo, derivando, según Menéndez Pidal de las bailadoras que amenizaban los banquetes romanos (puellae gaditanae, a las que hace referencia tanto Marcial como Juvenal), influyendo también las cantoras musulmanas); las soldadescas eran mujeres que entretenían con su canto y baile – incluso con su cuerpo- por unas monedas; algunos creen que, en el XIV, éstas cambian el nombre por el de cantaderas y danzaderas, que cantaban y bailaban al son del pandero
Estos son los oficios cercanos a los juglares, que, además, también presentan diferentes clases según sus especialidades, aunque algunos tenían diversidad de saberes (una excepción). Entre todos los juglares destacaban los dedicados al cantar de gesta y a la cantiga lírica, siendo los más apreciados. Los juglares de boca y péñole serían los que recitaban poesía en compañía de un instrumento de cuerda y que solía componer, sin embargo, se solían diferenciar los juglares por el instrumento que tocaban: violeros, cítolos, organillos, tromperos, temporeros, etc.
De cualquier modo, los juglares entretenían al pueblo y la aristocracia con el canto de numerosos versos que se aprendían. A veces era tal la cantidad que como ocurre con el morisco Román Ramírez, eran condenados por la Inquisición por considerarlos endemoniados.
Para saber más:
Menéndez Pidal: Poesía juglaresca y juglares, colección Austral.
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Aprovecho el artículo para reivindicar las figuras de las personas pioneras en cualquier materia, como lo es Menéndez Pidal. Hoy día se ha estudiado y avanzado lo suficiente para saber a ciencia cierta que muchas de las afirmaciones de Pidal eran erróneas, pero creo que ese dato no debe empañar su figura. ¿Dónde estaría el estudio de la literatura española hoy día sin su figura? Para poder avanzar, en la historia de la humanidad, alguien ha tenido que dar el primer paso, preguntarse más allá de la rutina diaria de su mundo, pensar con perspectiva, y lo que es más importante, ponerse a ello. Menéndez Pidal lo hizo, y muchas de las cosas que podemos afirmar hoy sobre juglares o romances, tienen su origen gracias a su labor. Vaya aquí mi agradecimiento.
ResponderEliminarY en cuanto a los juglares...¿Qué decir? Sigue maravillándome cada vez que en mis clases tengo que hablar de su figura, la capacidad de memorización de estos artistas, su versatilidad y naturalidad para divertir, dándoles lo mismo un chiste, que tocar un instrumento, que hacer acrobacias, que contar una historia...No puedo dejar de pensar en los actores actuales, que en muchas ocasiones necesitan varias tomas para repetir apenas unas pocas palabras. ¿Estaremos involucionando?
Pues un poco si que estamos involucionando. Ahora nadie se tomaría la molestia de aprenderse unos miles de versos y ya no te cuento los casi noventa mil de Mahabharata. Así tenemos de atrofiado el cerebro.
ResponderEliminarTambién produce en mí admiración el simple hecho de oír el nombre de Menéndez Pidal, pues, como dices, lo difícil es ser el primero en algo. Algunas de sus hipótesis fueron erróneas, pero otras muchas dieron pie al estudio de nuestra literatura (más por hispanistas extranjeros que por españoles; ya sabes lo mal que consideramos aquí la cultura)y continúan su tradición en lo poco que se pone ya en los libros de texto(dedicados más a poner dibujitos y letras bien grandes). Me imagino a Menéndez Pidal haciendo labor de campo, yendo hacia lo recóndito de España en busca de los romances y cancioncillas medievales que habían quedado en la memoria de los habitantes de muchos de nuestros pueblos.Es una lástima que en la era de la informática desaparezca una cultura que había perdurado siglos.
Gracias por tu comentario.
Gracias por la información sobre los juglares, me a sido muy util, gran blog.
ResponderEliminarMe alegra que te haya servido. Un abrazo.
EliminarPedazo de artículo. Una pasada.
ResponderEliminarMuchas gracias, Fernando.
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